Por Juan Veras
SANTO DOMINGO.-
En el último informe realizado por el Muy Respetable Gran Maestro del Comité Administrativo de la Gran Orden Unida de Odfelos, jurisdicción de República Dominicana, se revela una serie de transacciones altamente cuestionables.
Se reporta que el inmueble de la Logia de Neyba fue vendido supuestamente por la sorprendente suma de $3,099,600.00 pesos. Sin embargo, lo que sigue es aún más preocupante.
En un movimiento que levanta serias dudas sobre la transparencia, se adquirió un vehículo usado valuado en $200,000 pesos para una rifa, adjudicándose al señor Luís A. Donastorg.
Este gasto llama la atención, especialmente cuando no se han detallado las justificaciones ni los procesos de licitación que debieron precederlo y no se sabe dónde fue a parar el dinero de la venta de los boletos.
Además, se destinaron $100,000 pesos en honorarios de venta al señor Andrés J. Ricardo, un gasto que comúnmente debería ser cubierto por el comprador, no por la entidad vendedora.
Esta práctica no solo parece desviar fondos, sino que también plantea interrogantes sobre la gestión financiera y las responsabilidades éticas dentro de la organización.
Lo más alarmante es que, de la suma total obtenida por la venta, solo $280,000 pesos llegaron a manos de los verdaderos dueños del inmueble, quienes legítimamente deberían haber recibido una porción mucho mayor de los ingresos generados por la transacción.
Además, no se ha obtenido el contrato de venta ni se ha presentado documentación que sustente la transacción, lo cual agrava la situación. La falta de registros oficiales refuerza las dudas sobre la legitimidad y la transparencia de todo el proceso.
Más preocupante aún es que la transacción se realizó en efectivo, una clara violación de la ley de lavado de activos, que exige el registro adecuado de movimientos financieros para prevenir el uso indebido de fondos.
Posteriormente, los $1,267,878.20 pesos restantes fueron depositados en una cooperativa llamada La Candelaria, un acto que contraviene los procesos financieros regulados en el país y despierta serias dudas sobre la legalidad y la transparencia de estos movimientos.
Estos hallazgos son indicativos de una gestión opaca y desacertada, que no solo falta a los principios básicos de transparencia y rendición de cuentas, sino que también pone en entredicho la integridad de quienes manejaron los recursos de venta de la Logia de Neyba.
Es crucial que se investiguen a fondo estas irregularidades y se adopten medidas correctivas de manera urgente, para restaurar la confianza y el cumplimiento de los deberes fiduciarios hacia los miembros y la comunidad en general.