
Por Pascual Ramirez
Ante un hecho irreparable e irreversible, las personas se niegan a aceptar que aquello pueda ser realidad. Inconscientemente, nos resistimos y nos revelamos contra lo que perturba nuestra tranquilidad y nos saca de nuestra zona de confort.
Mientras la gente atraviesa por ese duelo, tiene la esperanza de que al amanecer todo se despejará y la pesadilla pasará. Cuando el abatimiento y el sentimiento de pérdida nos golpean fuerte, nos negamos admitir la realidad pesarosa que lo provoca. Es la etapa de la negación, a la que le seguirá la fase de la aceptación y luego la paulatina resignación.
En esa situación se encuentra el candidato del Partido de la Liberación Dominicana, Abel Martínez. Aferrado a la ilusión de que todo se trata de un mal momento, de que no existe tal imposibilidad que le impida ganar las próximas elecciones, se niega a creer que hasta aquí llegó, que no tiene ninguna posibilidad, y que este no es su tiempo, y que el reloj de la historia marcó la hora del regreso del Leonel Fernández para encabezar la segunda ola de transformación que está demandando la sociedad dominicana en los actuales momentos.
Abel Martínez
El candidato del Partido de la Liberación Dominicana, agobiado por la dificultad que enfrenta a lo interno de su partido, y azuzado por el gobierno y las bocinas del PRM, salta ahora con una narrativa que ni el mismo se la compra de culpar a otros por la perdida y el desastre en que vive esa organización política cuando afirma que no habrá alianzas, mientras trata de encubrir lo que dice su secretario general que afirma que su militancia y simpatizantes no tienen fidelidad a su candidato y que, cuando son encuestados prefieren otro candidato, y se niegan a revelarlo cuando todo sabemos que ese candidato es Leonel Fernández.
Sí, frente al crecimiento vertiginoso de la candidatura del Dr. Leonel Fernández, y el clamor popular de las bases del PLD sobre la necesidad de unificar la oposición y la familia boschista, Abel parece estar viviendo la etapa de la negación que provocan las malas noticias en los seres humanos. Se niega a admitir la realidad fáctica que vive su organización política y que es otro el signo de los tiempos.
Como un loro
Por eso, recurre a la estridencia, la altisonancia y en la extravagancia de sus mentiras y calumnias y poses que algunos terminamos sintiendo “vergüenza ajena”, para justificar su bajo desempeño como candidato. Es así como podemos definir el comportamiento del candidato del Partido de la Liberación Dominicana, el cual se despacha como un loro con una narrativa carente de todo sentido lógico y de la realidad que vive esa organización política.
Y frente a ese escape de una realidad que no le favorece, los reeleccionistas se frotan las manos y como el Joker de la película, sonríen al ver navegar en la locura a los que no solo acusan de ladrones, sino que también logran manipularlos estratégicamente y desenfocarlos hacia objetivos de ganar-ganar que significa una alianza con la oposición política dominicana.
El candidato peledeísta Abel Martínez asume esa postura sin reparar en la resistencia que eso sígnifica a lo interno de su partido, política y económicamente y que viene generando el forzamiento de la unidad opositora como única salida viable y decorosa ante la vergonzante y avalancha compra de conciencias y uso de los recursos público que ha puesto en marcha el gobierno del PRM. Solo con la unidad de la oposición se puede hacer frente al uso inescrupuloso del presupuesto nacional de este gobierno.
La participación activa de connotados funcionarios públicos muestra desvergonzadamente y a la clara de donde provienen los recursos que se están empleando para sostener la reelección del presidente Abinader.
Presa de la impotencia, la desesperación y la frustración, Abel busca refugio en la explotación del morbo, en la estridencia, la altisonancia y en la extravagancia de sus mentiras y calumnias y poses que algunos terminamos sintiendo “vergüenza ajena”.
Es así como podemos definir el comportamiento que asume el candidato del Partido de la Liberación Dominicana frente a la sana alianza de ganar-ganar, cuando se despacha como un loro con una narrativa carente de todo sentido lógico y de la realidad que vive esa organización, y la política vernácula de la Republica Dominicana.
Abel debe volver a la realidad, y entender que ya la pava no pone donde ponía y la magia ya se perdió, las siglas partidarias están profundamente laceradas, la mística y causas que enarbolaba el PLD ya no existe, y ya su estrella no alumbra como antes, por lo que le será muy difícil al Mago Robert Houdini (y a quien esté detrás de él) maniobrar con la campaña de Abel, ya que la misma no augura nada bueno para que el alcalde de Santiago se mude a la casa de Gazcue, y que todos podamos entender al unísono, de que hoy la esperanza no solo es verde, sino que hoy es más verde que nunca.